El evento comenzó a ritmo
trepidante siguiendo por las pantallas gigantes al río Támesis desde su
nacimiento en Gloucestershire hasta su llegada a la capital británica, pudiendo
observar algunos íconos británicos como las famosas carreras de remo entre las
universidades de Cambridge y y Oxford.
Imágenes de cricket o del “London
eye”, la noria que domina el río emblemático de Londres, completaron el
recorrido hasta llegar a una cuenta regresiva marcada con luces en las gradas
que la gente fue coreando, mientras unos niños hacían explotar globos con cada
número de la cuenta.
La ceremonia comenzó con una
escena bucólica de la campiña inglesa, con labriegos, cuarenta ovejas, doce
caballos, tres vacas y otros animales, a la que estuvo a punto de sumarse la
lluvia, que comenzó a caer a media hora del inicio de la ceremonia, pero cesó
poco antes del inicio del espectáculo.
Cánticos y símbolos tradicionales
ingleses, escoceses, galeses y norirlandeses simbolizaron la unión británica.
Una frase de “La tempestad” de Shakespeare, “No tengas miedo: la isla está llena de ruidos”, marcó el tono del mundo onírico que
iba a transformarse ante los ojos de los espectadores.
La voz que recitó la frase fue la
del actor y director norirlandés Kenneth Branagh, especialista en adaptaciones
de Shakespeare.
Del escritor William Shakespeare
a la música pop de los 80 y el joven mago Harry Potter, la ceremonia inaugural
tuvo su homenaje a los íconos de la cultura
británica.
La escena pastoril dio paso a la
Inglaterra de la Revolución Industrial y ésta a uno de los momentos estelares
de la noche, cuando la reina Isabel II hizo una insólita incursión en la
interpretación, participando en una escena rodada en Buckingham con Daniel
Craig, el actor que actualmente encarna a James Bond.
El célebre agente 007 de Ian
Fleming, siempre al servicio de Su Majestad, acompañó de manera virtual a la
monarca en helicóptero hasta el estadio Olímpico.
Con The
Beatles, Rolling Stones o David Bowie en la nutrida banda
sonora, el show inicial contó también con un repaso por personajes de
ficción creados por escritores británicos, como Peter Pan, la malvada Cruella
de Vil o Mary Poppins.
JK Rowling, la creadora de Harry
Potter, participó como lectora de un fragmento de “Peter Pan”, uniendo otros
dos íconos intergeneracionales de la literatura infantil británica.
El cine también ha dado momentos de gloria a
la cultura británica y Danny Boyle, director artístico de la ceremonia, recreó
una de las escenas míticas del cine olímpico, la de la carrera por la playa en “Carrozas de fuego“.
La película, galardonada con
cuatro Oscar en 1982 incluyendo el de mejor película, quedó en el imaginario
popular por esa carrera por la playa con música de Vangelis, que se recreó con
el actor cómico Rowan Atkinson, cuyo personaje Mister
Bean dio la vuelta al mundo.
El pop británico y los años 80, a
ritmo de “Enola Gay” de OMD o “My Generation” de The Who, dio paso al mundo del
mañana, con Londres dando las “gracias a Tim”, a Tim Berners Lee, por
revolucionar la sociedad, como ‘padre’ del sistema de páginas web actual en
internet.
Luego la ceremonia pasó al
desfile de las delegaciones, 204 en esta ocasión, pero Danny Boyle había dejado
ya de entrada su sello personal, con un espectáculo de una hora y veinte
minutos que fue una declaración de amor al país, su cultura y su legado.
Fue la reina Isabel II de
Inglaterra quien inauguró oficialmente los Juegos de Londres-2012.
“Declaro abiertos los Juegos Olímpicos de Londres”, dijo la reina, cuyo padre,
el rey Jorge VI, había abierto los de 1948 y su bisabuelo, Eduardo VII, los de
1908, ambos en la capital británica.
Para el final, la antorcha llegó
al estadio en la lancha piloteada por David Beckham y
dentro del campo la posta la tomaron siete chicos atletas británicos, quienes
fueron los encargados de encender siete focos en el centro, que luego se
transformaría en un gran ramillete y que a la postre se cerraría para formar el
pebetero, donde quedará encendido el fuego olímpico hasta el 12 de agosto.
El cierre fue para el gran Paul McCartney, sumado a un extraordinario juego de
luces dentro y fuera del estadio.