
El irreverente
antipoeta chileno Nicanor Parra impuso sus deseos incluso después de muerto: su
féretro fue cubierto por una manta de retazos cosida a mano por su madre,
mientras las canciones de su hermana, la gran folklorista Violeta Parra, fueron
interpretadas por su hija Colombina.
Parra, fallecido
el martes a los 103 años, había dejado estipulado que la música de su hermana
se escuchara en los instantes previos al rito religioso que lo despedirá en la
Catedral de Santiago, pero la iglesia católica se opuso a ello, aunque debió
ceder luego que la familia amenazó con retirarse del recinto.
Sin embargo, en su
poema “Últimas instrucciones”, considerado su testamento, había escrito:
“Háganme el favor de Velarme Como Es Debido/ dáse por entendido Que en la
reina/ al aire libre —detrás del garage/ bajo techo no andan los
velorios".
Falta por ver si
otros deseos de Parra, incluidos en un libro escrito hace casi medio siglo, se
cumplirán: "Un par de zapatos de fútbol, una bacinica floreada, gafas
negras (para manejar) y un ejemplar de la biblia".
También había
advertido que no quería ser velado en el salón de una universidad ni en la
“Caza del Ezcritor”, por lo que sus restos fueron llevados a la Catedral,
adonde concurrieron centenares de personas a despedirlo, incluidos la
presidenta Michelle Bachelet y el mandatario electo Sebastián Piñera.

Fuente: AP