martes, 18 de septiembre de 2012

Obispo emérito reflexiona sobre el nuevo Chile y llama a trabajar bajo la palabra de Dios


En su homilía, Monseñor Javier Prado Aránguiz hizo un recorrido por sus años en Iquique, la construcción de la historia independiente del país y efectuó una invectiva, respecto de cómo los intereses  personales y egoístas impiden el bienestar general de las personas.

Un recorrido por sus años en la ciudad, en la década de los ochenta, además de una reflexión, respecto de la historia del país y  las tensiones sociales que existen en la actualidad, fue al que realizó en la misa de gracias por las Fiestas Patrias, el Obispo Emérito de Iquique, y actual Obispo de Rancagua, Monseñor Javier Prado Aránguiz, en su homilía.

En la ceremonia, que comenzó con la entrada del prelado bajo el arco de flores aymara, además de estar acompañado de diversas representaciones de lo que es el Chile actual y sus costumbres típicas, se excusó la presencia del Obispo de Iquique, Monseñor Marco Órdenes, el que por problemas de salud no pudo presidir el mensaje de ese año, además de dar la bienvenida a las autoridades y personas que llegaron de los distintos lugares de la región a participar.

“Hoy ha querido el Señor, en el atardecer de la vida, que volviera por unos días a este querido Iquique a prestar algunos servicios pastorales, entre los cuales presidir este solemne Te Deum con el que tradicionalmente la Iglesia, unida a las autoridades civiles y militares, alaban al Señor de la Historia agradeciendo los dones generosos que ha derramado sobre esta Patria Nuestra”, expresó Monseñor Prado.

Luego de aquello, el clérigo  efectuó una invectiva, respecto de lo que es la historia de Chile  y la historia actual y cómo esta se interpreta, muchas veces para perseguir fines personales uqe no tienen que ver con el bien común.

“La historia de hoy ha estado marcada por una serie de tensiones sociales que muestran las inquietudes y preocupaciones de muchos de nuestros compatriotas. Podemos mirar nuestra realidad del presente desde diversos ángulos y hacer de ella las más variadas interpretaciones. No es el momento ni el lugar de hacerlas. Pero una cosa es cierta. Siempre es necesario tener un corazón y una mente abiertas para corregir lo que no está bien, buscar lo que se puede mejorar y proyectar así un futuro tratando de construir entre todos la nación fraterna y solidaria que queremos”, dijo el Obispo Emérito de Iquique

Y prosiguió con “cualquiera sea la interpretación de la realidad y los anhelos de futuro que hay en lo íntimo de nuestro corazón, debemos concluir en una sola cosa. El país sólo se construye en el amor. No es posible que las odiosidades y el rencor, el odio y la violencia envenenen el alma nacional. La historia presente y futura tendrá sentido si el mundo se construye sobre la roca firma de Cristo y su Evangelio. Sólo en EL encontraremos seguridad y esperanza. Desterrarlo por completo de la sociedad, sería contribuir a su ruina y destrucción”.

Tras esto, Monseñor Prado centró sus palabras en reafirmar el compromiso con la patria, con la construcción de la sociedad chilena, pero sin dejar de lado lo espiritual y la relación  que tiene el hombre con Dios, la que muchas veces se olvida, por los logros que existen y que dejan como centro a lo mundano, por lo que Prado citó al nuevo testamento en Mateo, 4, 4, para expresar que No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”

A lo que continuó con “existe hoy la fuerte tentación de vivir sólo de pan, es decir, sólo pensando en la material, preocupados de tener más, en lugar de ser más persona. Con demasiada frecuencia se mira el trabajo, no tanto como medio de subsistencia, de realización personal y de instrumento de servicio a la comunidad, sino como la capacidad de producir más para tener más. Este afán de éxito económico es el que hoy ha nublado algunas mentes, ya sea para buscar caminos ilícitos de enriquecimiento personal o para abrigar en su corazón una tremenda insensibilidad social, que les impide mirar con claridad las necesidades del prójimo”.

Ya casi finalizando su mensaje, el presbítero señaló que “como no sólo del pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, es que llamamos continuamente a trabajar por inspirar a la nación un hálito de vida que brota de la dimensión espiritual del ser humano, a buscar la construcción de un mundo solidario en el que reine la justicia, la verdad, la paz, el amor y el perdón”.

Monseñor Javier Prado, terminó su homilía, agradeciendo a la Patrona de Chile, para que ella, como madre de todos nosotros, nos ayude a ser fieles en el cumplimiento de los compromisos para con la patria y con la sociedad, sin apartarnos de la enseñanza de su hijo, Jesús.