Durante
la actividad organizada por el Servicio de Salud de Iquique, la autora del
libro Esos Locos Bajitos (Ediciones B), remarcó que es en esa etapa, en la que
se establecen redes neuronales imborrables. “Si los padres cumplen bien su rol,
el desarrollo emocional, social y cognitivo del niño fluirá fácilmente después.
En ello es esencia jugar y reírse”.
Para
la especialista, está claro que el sistema que rodea al niño en una primera
etapa de vida es muy precario emocionalmente.
Frente
a los consejos de Céspedes siempre los más escépticos son los padres que observan
con distancia la exposición ante los constantes consejos
que entrega esta mujer con más de 30 años de dilatada experiencia en la
aplicación del conocimiento neurocientífico al desarrollo infantil, la
educación, la salud y la felicidad humana. “Primero, hay que esperar que se le
pase la rabieta. ¿Cómo se logra eso? Lo tomas en brazo, juegas con él, lo
distraes y lo escuchas, tratando de decodificar lo que quiere decir. El niño a
esa edad no puede decir “me siento de tal manera”, entonces el adulto tiene que
interpretar las conductas del niño”, explica la neurosiquiatra, quien agrega
que se debe utilizar el lado más lúdico de los niños contándoles una historia
que distraiga su atención para terminar con las odiadas “rabietas. Para Amanda
Céspedes, no hacer le caso a un niño que se manifiesta de esta forma es
“hacerle un daño e ignorarlos completamente”. Agrega que ante esta omisión por
parte de sus padre o su entorno, el pequeño va a buscar otras formas o
estrategias peores para lograr obtener la atención que necesita.
Su pronóstico para un niño que en los primeros
seis años de vida no recibe amor y ternura es negativo desde el punto de vista
del desarrollo social y emocional. “El recelo y la desconfianza crecerán en él
incluso contra sus propios padres en los que observa una actitud cambiante. Que
va a pensar un niño de un padre que se saca su cinturón para golpearlo y que
luego le dice que lo quiere. Obviamente no va a confiar en él”.
A
la actividad asistieron pediatras, matronas, trabajadoras sociales, médicos,
educadoras, sociólogos, sicólogos y enfermeras de la red asistencial, quienes
recibieron conocimientos relacionados al
desarrollo socioemocional de los niños y niñas, permitiendo la reflexión sobre
la necesidad de generar cambios en los modelos de crianza para la construcción
de una sociedad más saludable.