Ubicada a 47
kilómetro al este de la ciudad de Iquique, Humberstone es actualmente un
monumento nacional y, desde 2005, está declarado Patrimonio de la Humanidad por
la Unesco.
No hay farolas que iluminen sus noches
cerradas. Sólo el desafinado tintineo de los techos de calamina rompe el silencio
que se cuela por las calles de Humberstone, el pueblo abandonado en medio del
desierto chileno que en otro tiempo fue símbolo del esplendor del país.
Desde hace
años esta pequeña ciudad en ruinas, que otrora encarnó la imagen de la
prosperidad chilena basada en la extracción del salitre, aguanta impertérrita
el avance del tiempo y el desierto que poco a poco intenta devorarla.
Lejos de su
pasado resplandor, el Humberstone que en su día albergó a más de 3.700
habitantes, está considerado hoy como uno de los diez lugares más fantasmales
del planeta, lo que ha animado a agencias turísticas a conducir de noche a los
curiosos por sus polvorientas calles.
"Con el
frío y la poca visibilidad, los sentidos se agudizan y uno puede percibir
sensaciones muy distintas de las que se pueden notar a pleno sol", explicó
a Efe el director de la Corporación Museo del Salitre de Iquique, Silvio Zerega,
para quien pasear por Humbertone de noche es una experiencia apasionante.
"Magical
Tours", agencia de viajes ubicada en Iquique, será la encargada de liderar
estas visitas nocturnas por la pequeña ciudad abandonada que a partir de este
verano los turistas podrán recorrer linterna en mano.
"Serán
visitas guiadas en las que se descubrirán los rincones más espectrales del
pueblo salitrero de Humberstone", señaló el gerente de operaciones de la
agencia turística, Mariano Martínez.
La popular web
de viajes TripAdvisor clasificó al pueblo abandonado del norte de Chile como el
quinto lugar más fantasmal del planeta, en el que la vida y el bullicio de
otros tiempos dejaron paso a la nostalgia del silencio.
Un
"galardón" que ha atraído muchos turistas internacionales que, según
Zerega, acuden a Humberstone en busca de experiencias intrépidas y también, si
cabe, de algún fantasma perdido.
Ubicada a 47
kilómetro al este de la ciudad de Iquique, Humberstone es actualmente un
monumento nacional y, desde 2005, está declarado Patrimonio de la Humanidad por
la Unesco.
Las intactas
calles, plazas e iglesias de la población son un reflejo del esplendor y
contraste que vivió la región entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo
XX, cuando pasó de ser el epicentro de la época dorada al testimonio de una
ambiciosa civilización pasada.
Fundada en
1872 por la "Compañía de Nitratos del Perú" y bautizado en sus
inicios como "La Palma", Humberstone comenzó un rápido crecimiento,
convirtiéndose rápidamente en un agitado pueblo caracterizado por una arquitectura
de estilo clásico de ultramar inglés.
Sin embargo,
con el acaecimiento de la Gran Depresión de 1929 y el desarrollo de la
producción sintética de amoníaco, su modelo económico colapsó.
Prácticamente
en quiebra, La Palma fue comprada por Cosatan, una compañía salitrera de
Antofagasta que renovó sus instalaciones y rebautizó las oficinas como
"Santiago Humberstone", en honor a James Thomas Humberstone, padre de
la industria salitrera.
Con el pasar
de los años, la era dorada de Humberstone se empezó a apagar y en 1960 el
pueblo y las oficinas fueron abandonados.
Pero las
vivencias, recuerdos y sacrificios de todos los que la habitaron parecen no
haber abandonado nunca esas casas levantadas bajo el inclemente sol del
desierto.
Al pasear
entre ellas, aún se puede confundir el silbido del viento con el vocerío de
quienes alguna vez las habitaron.
"Yo no
creo en fantasmas pero hay trabajadores del museo que aseguran haber visto
apariciones espectrales y escuchado psicofonías", comentó Zerega.
Según el
director del museo, el establo es uno de los espacios más tétricos del lugar,
en el que se han encontrado muñecas llenas de ají y se han cerrado algunas
puertas.
Estas
experiencias han atemorizado a los trabajadores del museo que no se acercan al
recinto "ni que les paguen".
Indudablemente,
las visitas turísticas nocturnas por el campamento salitrero, que ahora cuenta
con un nuevo sistema de iluminación puntual de algunas zonas, agudizarán la ya
escalofriante atmósfera de desolación que, como alguna alma sin rumbo, se
apodera de sus callejones al caer la noche.
Fuente: EFE