Emprendedora de
corazón, resiliente y empática. No concibe el día a día sin aportar y estar
cerca de la realidad del Chile más necesitado. Tiene clarito cuales son las
carencias de los sectores más vulnerables, empezando por una urgencia de ser
escuchados.
“Chile
cambió, ya no es el mismo de hace una semana”. Ese es el primer sentir de la
empresaria de transportes, Cristina Oyanedel, frente al estallido social que
comenzó este viernes 18 de octubre… sin fecha de término. Oyanedel tiene una
marcada preocupación por lo social y se ha dedicado a conocer muy de cerca las
distintas realidades de nuestro Chile, sintiéndose cómoda tanto compartiendo con
la elite, como con abuelitos, niños, jóvenes, mujeres e inmigrantes de sectores
vulnerables. Así lo ha hecho durante años, y así está plena. La dura vivencia
de perder dos de sus hijos, de 10
y 4 años y vivir un doloroso duelo, hizo que algo en ella se activara “me
levanté y pensé ¿Qué haría si éste fuera mi último día, si supiera que hoy me
voy a morir?, entonces fue cuando decidí que cada día quería hacer feliz a
alguien, hacerle más fácil el día a otras personas”. Esto conectó a Cristina
con un propósito: entregar alegría y compartir lo aprendido con quien lo
necesite. Así fue como hace algunos años llegó a ofrecer su ayuda a mujeres,
adultos mayores y niños con diferentes necesidades, lo mismo en invierno en
albergues. Con todos ellos ha colaborado llevando ayuda, conectándolos para
conseguir trabajo y realizando talleres. Este año comenzó realizando clases de
emprendimiento en un colegio politécnico de la comuna de El Bosque.
En todos los casos, se dio cuenta que lo que más valoran todos es la ‘escucha activa’ o sea que los escucharan de verdad, que alguien se interese en lo que sienten, sus sueños, frustraciones y necesidades”.
En todos los casos, se dio cuenta que lo que más valoran todos es la ‘escucha activa’ o sea que los escucharan de verdad, que alguien se interese en lo que sienten, sus sueños, frustraciones y necesidades”.
Específicamente
sobre la actual manifestación de malestar social, la ingeniera comercial y
profesora de alemán asegura que “El
descontento de la gente ya se veía hace mucho tiempo, pero nadie se dio o quiso darse cuenta. Fue como un volcán que
contuvo toda la energía y ahora hizo erupción y estalló de la peor forma”. Explica
que no fueron los 30 pesos de aumento del metro, sino también el aumento del
agua, de la luz, las bajas pensiones, la salud, el tag, los impuestos para las
pymes y lo caro de la vida en general. “Para un jefe de familia que gana el
sueldo mínimo es imposible que cubra sus necesidades básicas, y si a eso se le
suma una enfermedad, peor aún seguir adelante. Por lo tanto esto tarde o
temprano iba a ocurrir”, sentencia la gerente de Buses Oyanedel.
“Ser
más empáticos, que las soluciones partan por casa como dijo un diputado”,
puntualiza. Para esta emprendedora que los parlamentarios se bajen los sueldos demostraría
que existe una búsqueda de solución real de parte de ellos, reconocer las
diferencias. “Al sueldo, los parlamentarios además suman autos, viáticos, etc.
No tienen nada que ver con la gente común y corriente como todos nosotros. Por
lo tanto, debería haber primero un cambio en sus dietas parlamentarias. Por
otro lado, frente a la corrupción que hubiesen penas ejemplificadoras. Por
ejemplo, no es posible que en el caso Penta la pena sea que tengan que hacer un
curso de Ética. En ningún país se ve eso. O todos los casos que hemos visto de
uniformados involucrados en corrupción. Por lo tanto hay que hacer cambios en
esos aspectos y conversar, y ser más empáticos entre nosotros mismos”.
De
tanto recorrer y conocer, esta emprendedora asegura que los más necesitados
están escasos de todo. “Y cuando digo todo es realmente todo. Me refiero al
amor, empatía, a tener un poco de alegría. Esto lo veo con los abuelitos cuando
voy a algún club de adulto mayor. Qué felices son cuando tú les alegras el día.
Aunque no les lleves nada, solamente con visitarlos eso cambia mucho para
ellos. Eso lo veía también en invierno, en el período de albergues, hay
alimentación, hay una cama, pero esa gente está sola, abandonada por sus
familias, muchas veces porque cayeron en la droga en el alcoholismo y nadie los
quiere”.
Para
Cristina ayudarlos, visitarlos, acompañarlos cambia el día de las persona.
Indica que también ve en las poblaciones una necesidad de ayuda en los lugares que
están tomados por narcotraficantes. “Me da mucha pena cuando un alumno me dice ‘Profe
estoy estresado porque en la noche no puedo dormir por la balacera en mi
población, y eso es todas las noches’.
También veo que en los hospitales para hacer un scanner tienen una larga
lista de espera de más de dos años. Si a eso le sumas cualquier enfermedad, es
mucho más duro. Con unas pensiones de poco más de 100 mil pesos… no alcanza”.
El
llamado que hace Oyanedel, es a ser todos más empáticos. “Veo diariamente en la
comuna del Bosque, donde hago clases, que la mayoría de las personas no gana
más de 350 mil pesos. Y como he dicho siempre la sociedad tiene que hacer un
cambio donde haya más equidad para todos”.