El cantante colombiano
Maluma reventó la penúltima noche de la 58ª edición del Festival de la Canción
de Viña del Mar con un concierto en el que sus ritmos seductores desataron la
locura entre un público eminentemente joven, acorde a la propuesta del nuevo
referente del reguetón.
Ni un solo segundo se
sentaron ni dejaron de bailar los ‘millennials’, esa generación que comprende a
los nacidos entre finales de los ochenta y los dos mil, en un espectáculo que
trascendió de la música para convertirse en un show de luces, humo y baile
perfectamente sincronizado.
Y no sólo fue por el
ambiente previo que había creado Maluma al anunciar que donaría íntegras las
ganancias de esta noche a la reconstrucción de los daños que causaron los
incendios que azotaron Chile hace tres semanas, sino que el colombiano se ganó
ese trato de favor del público con el concierto más vistoso de esta edición del
festival hasta la fecha.
Chaqueta negra con
broches dorados, camiseta ajustada y pantalones oscuros, así salió Maluma al
escenario de La Quinta Vergara, donde desabrochó pronto tres de los rompepistas
del disco ‘Pretty boy, dirty boy’, del que ha vendido más de 40.000 copias.
Comenzó con ‘Borró
cassette’ y siguió con ‘Sin contrato’, que cortó para preguntar cuántas chicas
estaban solteras, y continuó después con ‘El perdedor’.
“Quiero saber que
donde están las ‘mamasitas’ de Viña del Mar”, decía el colombiano, que conoce
perfectamente a qué publico se dirige. La grada, mayoritariamente femenina hoy,
se lo hizo notar rugiendo como nunca en esta edición.
Maluma devolvió a su
audiencia una actuación en la que se convirtió en un terremoto en el escenario:
cantó, bailó, rapeó, interactuó con los asistentes y su propia orquesta y hasta
tuvo tiempo de sacarse una autofoto y cantarle el cumpleaños feliz a la
presentadora de la gala, Carolina de Moras.
Y poco a poco,
comenzó a desfilar por el rosario de colaboraciones con otros artistas que le
han catapultado a la cima del reguetón en sólo un año: primero solventó la
falta de Thalia en ‘Desde esa noche’ con una de las cantantes de su orquesta y
luego solucionó la ausencia de Ricky Martin interpretando su éxito más
conocido, ‘Vente pa’ acá’, con la colaboración de la audiencia.
Con La Quinta Vergara
a sus pies, Maluma volvió a sus orígenes, a su Colombia natal, y lo hizo con
sorpresa: cantó ‘La bicicleta’, la canción del pasado verano de sus
compatriotas Shakira y Carlos Vives, como comienzo de la traca final, que llegó
justo después.
Empezaron a
proyectarse las imágenes del videoclip de ‘Chantaje’, el rompepistas que
concibieron la súper estrella colombiana y el propio Maluma, y que fue uno de
los momentos más vibrantes de la noche, coreado al unísono por toda la grada.
Se produjo entonces
un fenómeno curioso: el público, en su mayoría femenino, comenzó a pedir a su
ídolo que interpretase ‘Cuatro babys’.
Si bien las letras de
las canciones del colombiano no se caracterizan en casi ningún caso por el
respeto a la mujer, el caso de ‘Cuatro babys’ es especialmente llamativo porque
denigra a las féminas y las convierte prácticamente en objetos destinados al disfrute
sexual del hombre, como denunciaron varias asociaciones feministas.
Nada de esto importó,
porque cuando cerró el concierto con el citado tema, a Maluma casi ni se le
escuchó: una voz femenina compuesta de la de miles de chicas se elevó hasta
tapar al colombiano. La cara de más de una madre que acompañaba a sus hijas
adolescentes era digna de ver.
El colombiano ofreció
un concierto presidido por una alegría contagiosa, que desató la locura en
muchas de sus fases, pero que a su público se le antojó corto.
No obstante, fue el
más breve -poco más de una hora- de todos los cabezas de cartel que han
desfilado hasta ahora por el escenario de Viña 2017.
Fuente: EFE