El mandatario chileno,
Sebastián Piñera, entregará mañana el mando a la presidenta electa, Michelle
Bachelet, sin despejar rotundamente la incógnita de si volverá a postularse
para este puesto en el año 2017.
"No está en mis planes hoy día
repostular a la Presidencia" de Chile, aseguró Piñera días atrás en una
entrevista con Efe, pero el matiz temporal de su reflexión abre la puerta a la
posibilidad de que en un escenario cambiante como el de la política, las circunstancias
propicien que se presente nuevamente como candidato.
De hecho, eso es lo que hizo la propia
Michelle Bachelet, quien durante los tres años que permaneció al frente de ONU
Mujeres se guardó muy mucho de responder a los emplazamientos que le hacían
desde distintos ámbitos políticos de Chile para que revelara cuáles eran sus
planes.
Piñera, el primer presidente de
derechas elegido democráticamente en Chile en medio siglo, accedió al poder en
2010 tras derrotar al candidato de la Concertación, el expresidente Eduardo
Frei, por un ajustado 51,6 por ciento.
Tras seis meses consecutivos al alza,
mañana se despedirá de la presidencia con un índice de popularidad del 50 por
ciento.
Y si bien es cierto que Michelle
Bachelet dejó La Moneda (sede de Gobierno) con un respaldo del 80 por ciento,
el círculo más cercano a Piñera considera que finalmente la ciudadanía ha
reconocido la labor realizada a lo largo de una presidencia que partió con un
cataclismo que trastocó todos los planes: el devastador terremoto de febrero de
2010.
La disgregación del sector conservador
en varias formaciones políticas como consecuencia de la derrota en las
elecciones y de la conflictiva superación de la pesada herencia de la dictadura
colocan a Piñera como "el líder indiscutible de la centro derecha", a
decir de sus colaboradores más cercanos.
Sus críticos, sin embargo, le echan en
cara que a pesar de los logros de su Gobierno, especialmente en materia
económica, su presidencia ha adolecido de la falta de un proyecto político sólido.
Incluso en materia legislativa, el
balance que deja Piñera tras de sí es objeto de controversia, ya que mientras
el Gobierno asegura que el cumplimiento alcanza el 92 %, organizaciones no
gubernamentales lo cifran en 61 %.
A lo largo de estos cuatro años,
Piñera se ha rodeado de un equipo de leales, una especie de "guardia de
corps" que ahora poseen experiencia de gobierno -algo de lo que careció en
las últimas décadas la derecha no pinochetista- y que se muestran reacios a
permanecer en los partidos conservadores tradicionales.
La futura fundación de Piñera, que
estará encargada del estudio de las políticas públicas, se configura así como
una plataforma idónea para fiscalizar la gestión de Michelle Bachelet y
planificar un eventual "rentrée" en la escena política chilena dentro
de cuatro años.
Al frente de esa fundación de estudio
de las políticas públicas, que se llamará Chile de Todos, Piñera colocará a uno
de sus más estrechos colaboradores, el hasta hoy ministro del Interior y jefe
del gabinete, Andrés Chadwick, mientras él se dedica a hacer "política con
mayúsculas, alejada de la pelea chica", pero sin marcharse de Chile, como
hizo Bachelet.
A día de hoy, Piñera tiene claro qué
va a hacer en los próximos dos años, pero a partir de ese plazo sus expectativas
políticas dependerán del grado de popularidad que muestren las encuestas, un
escenario que depende de muchos elementos, entre ellos cómo le vaya a Michelle
Bachelet en su segundo mandato.
Convencido de que "todos los
partidos se están quedando atrás en la marcha de la sociedad", Piñera no
tiene entre sus planes volver a militar en Renovación Nacional, el partido que
dejó al llegar a La Moneda por obligación de los estatutos.
En su último encuentro con
periodistas, Piñera confesó este lunes que se marcha contento con el trabajo
que realizó durante estos cuatro años, tanto que al ser preguntado por una
corresponsal francesa si esa satisfacción le hacía pensar en la posibilidad de
regresar en 2017 respondió:"Je ne sais pas" (no lo sé).
Fuente: Agencia EFE