Las profundas grietas en el lecho seco
de lo que un día fue la laguna de Aculeo, al sur de la capital de Chile, son
las heridas que ha provocado la disminución de las precipitaciones desde el año
2010 en el centro del país, como consecuencia directa de los efectos de la
crisis climática.
Terrones de arena resecos cubren ahora
la superficie de lo que hace menos de diez años era un oasis de agua del que
disfrutaban los ciudadanos de Santiago como lugar de recreo y dispersión.
La laguna de Aculeo se secó
definitivamente en mayo de 2018 y donde antes abundaban las embarcaciones, las
canoas y los deportes náuticos, ahora pastan caballos y vacas entre los juncos
resecos que perecen al sol ante la falta de agua.
Tras seis meses de trabajo analizando
el caso, expertos de la Universidad de Chile corroboraron que la desaparición
de la laguna de Aculeo se explica porque las precipitaciones de la última
década (2010-2018) son aproximadamente 38 % menores que el promedio histórico.
"Es una situación bien preocupante
porque de acuerdo a todas las proyecciones de cambio climático, lo que está
ocurriendo ahora con este patrón de precipitación no se espera que se vaya a
revertir. Se espera que continúe en el tiempo", ha señalado a Efe la
profesora de la facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile
Pilar Barría.
La laguna de Aculeo, que antaño fueron
1210 hectáreas de agua que se alimentaba de las lluvias estacionales que
discurrían desde las montañas que la rodean, ahora es un desierto agrietado con
reminiscencias náuticas que recuerdan un pasado húmedo que no hay certeza de
que pueda volver.
"Todas las proyecciones climáticas
tienen incertidumbre. Puede ser que en uno o dos años más comience a llover,
pero si nos basamos en los modelos de cambio climático se muestra que las
proyecciones indican que esto sería la nueva normalidad. Se proyecta que Chile
tenga menos precipitación hacia mediados y finales de siglo", afirma la
catedrática.
Desde el centro del fondo de la laguna,
mirando hacia lo que fue la playa hace años, ahora cuelgan a unos 4 metros de
altura los embarcaderos inservibles y los botes deteriorados que pasaron de
flotar en el agua a quedar atrapados y oxidados sobre la carcomida tierra.
Aculeo no es un caso único ni en Chile
ni a nivel mundial, pero sí podría ser un ejemplo claro de las últimas
consecuencias de la emergencia climática.
"Es parte de un fenómeno global
que se puede ver en otras formas en latitudes similares, no solamente en Chile
central, sino que se observa también en el sureste y suroeste de Australia, o
en el hemisferio norte también", ha agregado Barría.
La sequía de la laguna es un ejemplo
perfecto para explicar la situación que vive el centro de Chile, que cada vez
se reseca más por los efectos del calentamiento global y la falta de
actualización de los criterios de consumo y uso de los recursos hídricos.
Chile central es la barrera natural
entre el norte chileno, desértico y árido, y el sur, lluvioso y boscoso, y su
proximidad entre la costa pacífica y Los Andes (unos 140 kilómetros) presume
una cuenca suficientemente abastecida de agua.
Sin embargo, la mayor parte proviene de
las precipitaciones, aunque estas "han disminuido", ha dicho la
profesora Barría, principalmente a causa de la expansión del anticiclón del
Pacífico.
"Durante nueve años seguidos hubo
menos precipitación, una reducción de aproximadamente el 38 % respecto al
promedio histórico y eso significó un déficit hídrico importante", ha
explicado.
La disminución del recurso hídrico supone
menor cantidad de agua en los acuíferos, por lo que la disponibilidad es menor.
Fuente:
EFE