Corresponden a tratamientos personalizados, específicos para
cada paciente, que permiten reforzar el sistema inmunitario para que elimine de
forma natural las células cancerosas del organismo.
La leucemia es un tipo de cáncer que afecta la sangre y médula ósea mediante una proliferación excesiva de
leucocitos o glóbulos blancos, que son los encargados de combatir
infecciones en el cuerpo, por lo que la leucemia dificulta el buen funcionamiento
de estos. En tanto, el linfoma también es un cáncer que afecta a glóbulos
blancos, en especial a los linfocitos,
ubicados en ganglios linfáticos y otros órganos o tejidos linfoides.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ambos
tipos de cáncer (leucemia y linfoma) representan la quinta causa de muerte por
cáncer en el mundo, con 200 mil fallecimientos al año. Es por ello que la limitada eficacia de tratamientos básicos o
convencionales (cirugía, quimio y radioterapia) en el tratamiento de algunos
tumores sólidos y ciertas hemopatías malignas derivó en nuevas estrategias para
intentar mejorar los resultados observados hasta la fecha, basados en la
propiedad del sistema inmunitario para reconocer, y en muchos casos destruir,
células tumorales lo cual ya ha posicionado a la inmunoterapia en la primera
línea de algunos protocolos terapéuticos. “Con frecuencia,
un problema es que el sistema inmunitario de los pacientes que padecen estas
enfermedades se ha hecho tolerante o incapaz de reaccionar en contra de las
moléculas o células tumorales.
Las neoplasias hematológicas, expresan en su membrana una
inmunoglobulina o molécula que resulta un verdadero antígeno específico del
tumor con función de inductor de respuesta inmunitaria; por eso estas
enfermedades se han convertido en la diana ideal de los tratamientos de
inmunoterapia y se
han desarrollado tratamientos a partir de moléculas (biopsia o sangre) del
propio paciente, cuya finalidad es activar, mejorar y potenciar la eficacia terapéutica”,
señala el Dr. Ramón Gutiérrez, patólogo
y oncólogo molecular, presidente de Sociedad Chilena de Oncología Molecular (SOCHOM),
especialistas en inmunoterapia. En términos simples, esto significa que el paso
básico en el desarrollo de la inmunoterapia es identificar moléculas presentes
en el tumor y luego denunciarlas para que la inmunidad del paciente las ataque,
siendo siempre más accesible rescatar estas moléculas del propio tumor o sangre
del paciente. Inclusive, hay una segunda opción que es reemplazar estas
moléculas por otras fabricadas en laboratorios internacionales especialistas en
estos procesos.
Según expertos las células dendríticas son las
más potentes para presentar antigenos o ‘alertar sobre moléculas tumorales’ al
sistema inmune, pues son células centinelas que facilitan la llegada de
moléculas tumorales a los órganos linfoides, clave en el inicio de la respuesta
antitumoral. Francisco Gutiérrez, Director de
I+D del Grupo Internacional Biogénica, quienes desarrollan biotecnología para
tratamientos de inmunoterapia para enfermedades oncológicas, señala que “un pequeño número de células dendríticas es
suficiente para inducir una potente respuesta inmune en el paciente por
activación de Linfocitos T citotóxicos o antitumorales (CTL), con destrucción selectiva de las células tumorales,
eliminando así los efectos que sobre células normales tienen la radioterapia
y/o quimioterapia”.