El presidente Sebastián Piñera decreta el estado de emergencia en la
capital y saca a los militares a la calle.
Graves disturbios
en Santiago de Chile. Una docena de focos
de incendios intencionados se mantenían activos simultáneamente en
distintos barrios de la capital chilena entre las últimas horas del viernes y
las primeras del sábado, como consecuencia de los disturbios provocados por
grupos de jóvenes descontrolados en el marco de las protestas por el aumento
del billete de metro. El presidente conservador Sebastián
Piñera decretó el estado de emergencia en casi toda la capital chilena y
su área metropolitana, lo que supone la militarización del orden público.
Al menos han sido incendiadas cinco
estaciones de metro, dieciséis autobuses públicos, comercios y edificios, entre
ellos la sede corporativa de la empresa eléctrica italiana Enel, propietaria de
la española Endesa. También se han producido saqueos en tiendas y
supermercados.
Piñera compareció en el palacio de La
Moneda al filo de la medianoche (hora local) y decretó el “estado de
emergencia” en un área que cubre casi toda la región metropolitana y designó a
un general del Ejército como responsable del orden público. “El objetivo de
este estado de emergencia es muy simple pero muy profundo: asegurar el orden
público”, así como “proteger los bienes tanto públicos como privados”, indicó
el mandatario, que atribuyó los disturbios a la “acción de verdaderos delincuentes
que no respetan a nada ni a nadie”. Horas antes el gobierno ya había invocado
la ley de seguridad del estado para frenar los altercados, que incluyeron
barricadas callejeras. La red de metro permanecerá cerrada durante todo el fin
de semana, mientras que los partidos de la liga de fútbol que debían jugarse en
la capital fueron suspendidos.
Aunque Piñera no anuló el alza en la
tarifa del metro, como exige la oposición de centroizquierda, anunció la
convocatoria de un ambiguo “diálogo transversal” y se comprometió “a hacer
todos los esfuerzos” para paliar los efectos de la medida en “los compatriotas
que se han visto afectados por esta alza en el precio del metro”.
Las protestas se iniciaron el lunes,
aunque el viernes por la noche se descontrolaron. Hasta ese día los incidentes
eran aislados y la policía ya se había enfrentado a grupos de manifestantes,
mayoritariamente estudiantes, a pesar de que la mayoría de los ciudadanos que
se quejaron lo hicieron pacíficamente y en muchos momentos haciendo sonar las
cacerolas.
El detonante fue el aumento del billete
de metro de Santiago, que pasó de 800 a 830 pesos (de 1 a 1,04 euros), un alza
de apenas cuatro céntimos de euro pero que provocó la indignación de la clase
media santiaguina, acostumbrada a soportar elevadas tarifas de suministros o
peajes de autopistas urbanas a precios europeos mientras el salario mínimo
sigue siendo tercermundista, pues equivale a 378 euros.
Fuente:
EFE