
El 11 de mayo,
la periodista chilena Alejandra Matus descubrió inconsistencias en el método de
conteo de muertes relacionadas con COVID-19. Sin grandes recursos ni apoyo de
los medios tradicionales, publicó una investigación usando sólo mensajes de
Twitter.
Durante
semanas su trabajo fue desestimado y vilipendiado por el Gobierno, pero este
finalmente cedió.
Las
autoridades debieron cambiar la metodología de cálculo, revelando que
habían 653 posibles víctimas del virus que no estaban siendo
contadas.
Las
primeras semanas de mayo en Chile fueron extrañas. Mientras se anunciaba que la
cifra de contagios de coronavirus pasaba de los 30.000, un alcalde de Santiago
era criticado por reabrir un centro comercial con parafernalia y la
justicia multaba a empresarios millonarios por escapar de las
cuarentenas en helicópteros. En ese contexto, Alejandra Matus redactó un tuit
que cambió el foco de las noticias nacionales.
"El
comportamiento de inscripción de fallecidos en los primeros meses del año
muestra un patrón relativamente estable en promedio de los últimos 4 años. Pero
marzo y abril de 2020 (cuando comenzó la crisis en Chile) se desacoplan de esa
tendencia", tuiteó Matus el 11 de mayo.
Usando
datos del Registro Civil, la periodista reveló que había un exceso de
muertes durante los meses de pandemia que sobrepasaba en más de 900 personas el
promedio de fallecimientos de los últimos años, dando a entender que,
posiblemente, la cifra de 270 fallecidos por coronavirus
informada durante marzo y abril era en realidad mucho mayor. Con más de 1.000
retuits, el mensaje consiguió llamar la atención del Gobierno de
Sebastián Piñera.
La
negativa y la voltereta
Las
cifras que fue publicando Matus durante esa semana remecieron al
ministro de Salud, Jaime Mañalich. El hombre duro de Piñera, calificado incuso
dentro de su propio sector político como alguien "poco simpático, pero
efectivo", ocupó la conferencia de prensa diaria del 14 de mayo para
desestimar todos los tuits de la periodista en un tono poco amable.
"Las
informaciones falsas, que aterrorizan, que son copiadas una y otra vez con un
cierto grado de ingenuidad por algunos medios serios producen mucho
daño. Hay que certificar siempre la fuente de los datos", afirmó el
ministro. Mañalich aseguró que la información que usó Matus no era correcta y
emplazó a los ciudadanos a "pensar qué intenciones hay detrás de una
noticia falsa".
Veinticuatro
días después de esa conferencia y luego de que varios expertos salieran a
respaldar las cifras de Matus, el ministro Mañalich, de profesión médico
epidemiólogo, se paró en el mismo estrado pero con una postura y un tono completamente
distintos. Ese día, 7 de junio, Mañalich anunció un perfeccionamiento a la
metodología del Ministerio de Salud para contabilizar los
fallecidos por coronavirus, lo que significó que la cifra de
víctimas se elevara de 1.541 a 2.190 en un sólo día.
Exiliada
y combatida
La
resistencia contra el trabajo de Matus no es nueva. En 1999 escribió "El
libro negro de la justicia chilena", una obra que mostraba las malas
prácticas en el Poder Judicial. El libro fue censurado y la periodista fue
acusada de violar la Ley de Seguridad del Estado. Eso la obligó a vivir
dos años en el exilio. Actualmente, Matus está radicada en Estados Unidos. De
hecho, el golpe periodístico lo dio siguiendo las noticias de Chile desde su
casa en Nueva York.
Durante
una entrevista a un medio nacional, a la periodista le
preguntaron por qué decidió publicar la información en Twitter, en
desmedro de otras plataformas más tradicionales como por ejemplo, un
medio de comunicación.
"Twitter
no es solo una herramienta de difusión, sino también de reporteo. Mucha gente
me hizo llegar información a través de ese medio", respondió Matus,
demostrando que este género periodístico, que sólo necesita un
computador en casa y mensajes de 140 caracteres, puede causar los mismos
efectos que la nota dura de diario o en un canal de televisión.
Fuente:
Sputnik