Las precarias tasas de ocupación y condiciones laborales de las mujeres, hoy se muestran en peores términos que antes de la pandemia. La crisis económica que ésta ha detonado muestra una disminución de los índices de empleo, comparables a los registrados hace 10 años, provocando una reinvención laboral forzosa de muchas de ellas.
Son las mujeres quienes se han visto más afectadas, ya que la pobreza las amenaza crudamente y Tarapacá no está exenta. El candidato a la Gobernación de Tarapacá, José Miguel Carvajal, explica: “En este año de vivir en medio de una pandemia, he visto cómo muchas mujeres que se desempeñaban en sectores productivos más bien formales, han dejado de percibir su principal y a veces, único ingreso. Se ve en el turismo, en la cultura, en los servicios, alimentación y en el comercio formal e informal”. Y agrega: “Por eso ha surgido una importante cantidad de emprendimientos. Sabemos que la mujer es de una fuerza y empeño único, es “busquilla” también porque no tiene opción en un mundo muy adverso en lo laboral”.
Como antecedente, añade: “En 2020, 800 mil salieron de la fuerza laboral. Desde inicios de la pandemia, el 79% de las mujeres que dejaron de trabajar siguen sin poder hacerlo, 20.9% de ellas, están buscando trabajo. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), informó que la tasa de participación laboral femenina bajó al 46% el 2020 (52% el 2019) y también más bajo que la ocupación de los hombres que cayó a 69% en 2020 (73.6% el 2019). Así la tasa de desocupación femenina llegó a 12% en 2020, en el continente”.
En Chile, la última Encuesta Nacional de Empleo, del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) arrojó que la tasa de desocupación en Chile durante noviembre 2020 y enero 2021 fue de un 10,2%. Según sexo, la tasa de desocupación de mujeres se situó en 11,0% y la de los hombres en 9,7%.
En Tarapacá, región históricamente desplazada, la realidad golpea duramente a miles de familias -muchas de ellas donde es la mujer la jefa de hogar-, que ya vivían en condiciones indignas, carentes de una vivienda propia y acorde a sus necesidades, sin servicios básicos, sin seguridad, tampoco con salud y educación de calidad y mirando el futuro con temor más que con esperanza, debido a la precariedad de sus empleos, “la realidad es de trabajadoras y trabajadores, profesionales o no, precarizados, con sueldos bajos, sin contrato, endeudados y que, por ejemplo, no pueden acceder a la vivienda. Esa inestabilidad laboral es la mezcla perfecta para una crisis aún peor, que tiene como antecedente el sobreendeudamiento”, agrega Carvajal.
“En nuestra región es urgente que la autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad, sea una realidad lo antes posible. Debemos promover la igualdad de género y así evitar la profundización de los niveles de pobreza en las mujeres, sumado a la urgencia de proporcionar un ingreso básico de emergencia para ellas”. “Este tema debe ser abordado desde la plafinicación, para darle un enfoque real. La administración pública, en términos prácticos, la transversalización de género supone potenciar el desarrollo de estructuras administrativas especialzadas encargadas de ello, con unidades, consejos, foros para que faciliten y dinamicen la formación en el seno de las organizaciones”.
Se hace indispensable, por tanto, bajar los obstáculos que impiden la participación de las mujeres en el mercado laboral. Esta brecha en la participación también se observa en los ingresos. Para el año 2018, las mujeres ganaban un 27,2% menos que sus pares masculinos.
Otro punto de preocupación es la concentración de mujeres en sectores masculinizados de la economía. Así, a pesar que las mujeres jóvenes entre 20 y 29 años que presentan niveles de educación similares a los de los hombres, aún existe una marcada segregación ocupacional. Aproximadamente un 70% de las mujeres en Chile trabajan en sectores sociales, de salud y enseñanza, y representan el 84% de las personas ocupadas como asesoras del hogar (Comisión nacional de productividad, 2017).
Carvajal, añade: “Por eso nuestro proyecto #GanaTarapacá habla de lo urgente que es poner en el centro a las personas, especialmente a las mujeres, desde una perspectiva humana y realista y siempre integral, a la hora de responder a esta necesidad social de bienestar, tranquilidad y de sentirse incluidas y parte de una comunidad que visualice una Tarapacá líder en el desarrollo de sus potencialidades, con dignidad e inclusión en la sociedad nacional”.
“Desde el Gobierno Regional es posible llevar adelante algunas iniciativas que van directamente a transformar la actual figura laboral de las mujeres”, dice Carvajal y enumera:
Crear bolsas de trabajo que incluyan capacitación para mujeres que realizan trabajo no remunerado (cuidadoras, jefas de hogar) acorde con sus tiempos.
Creación y fortalecimiento de bolsas de trabajo para mujeres desempleadas de las distintas categorías socio ocupacionales.
Asegurar la continuidad del trabajo y capacitación para mujeres con discapacidad a través del uso de TIC.
Establecer alianzas estratégicas y de colaboración entre distintos servicios públicos para potenciar el trabajo femenino en distintos rubros económicos, particularmente en aquellos más masculinizados. Es importante resguardar que los lugares que ocupen las mujeres no reproduzcan las desigualdades que intentan superar (por ejemplo, mujeres en ámbitos exclusivamente administrativos).
Desarrollar un plan global de incentivo a la participación femenina en la alta dirección, pública y privada, combinando las normas obligatorias que ya existen con incentivos para el mundo privado.
Establecer incentivos a empresas para reducir las brechas salariales entre hombres y mujeres y a quienes cumplan con la norma chilena 3262.