miércoles, 17 de marzo de 2021

El agente más nocivo para el medioambiente es el ser humano

 

No son los materiales los que tienen que cambiar, sino las personas. No es el plástico el que contamina, somos nosotros que, no hemos aprendido ni a reutilizar ni a reciclar, ni a disponer adecuadamente los residuos.

No es el plástico, ni es el petróleo, sino las acciones humanas las que han provocado el calentamiento global que preocupa a todo el mundo. Con la revolución industrial, las emisiones de gases de efecto invernadero alcanzaron niveles nunca antes vistos. Esto, mientras en los países “modernos” se desarrollaba  un modelo de producción y consumo que, ahora, buscamos reemplazar por uno de economía circular.

Los plásticos, por ejemplo, pueden fundirse y usarse para fabricar otros productos. Bien lo sabe Giovannino Baselli, gerente comercial de Bacuplast, empresa que moviliza, mensualmente al menos, 200 toneladas de este material para darle una segunda vida. “Hablar de que el plástico es malo, es pensar que los materiales tienen vida propia. El ser humano es irresponsable, a la hora de consumir”, explica.

Por eso, la invitación es a tomar conciencia y aprovechar al máximo los recursos, tal como lo hace Bacuplast, que fabrica merchandising con materiales reciclados que obtiene de fábricas productivas. “Compramos materia prima a las plantas de reciclaje para hacer platos, vasos y alcancías en materiales reciclados”, comenta el gerente comercial.

Productos como éstos, que le dan una segunda vida al plástico, ya están siendo distribuidos por diversas empresas, que comparten la idea de valorizar los materiales, en lugar de desecharlos. De hecho, una compañía de gas licuado está distribuyendo, entre sus clientes, alcancías con forma de cilindro que son fabricadas en plástico reciclado y diseñadas para su reutilización en la planta de Bacuplast.

Asimismo, la flexibilidad que ofrece este material, cuya huella de carbono es menor a la de muchos otros, permite que pueda usarse, incluso, en distintos procesos. De ahí que los lugares de acopio necesiten ser bien segregados, pues una disposición hace más eficiente el proceso de recuperación. “No hay que leer solo la tapa del libro. El plástico no contamina, somos las personas las que contaminamos, porque tenemos una vida llena de consumo y desechos. Nosotros somos los que arrojamos los desperdicios al mar. Debemos cambiar la mentalidad”, enfatiza Baselli.