El presidente de
Chile, Sebastián Piñera, cambió a seis de sus 24 ministros tras las
tensiones políticas suscitadas por la aprobación de una controversial
reforma que permite el retiro anticipado del 10% de las pensiones. El
cambio más estruendoso es el del ahora exministro del
Interior Gonzalo Blumel, cuestionado por no evitar que varios de sus parlamentarios
votaran a favor de la medida, impulsada por la oposición.
Es
el quinto cambio de gabinete de Sebastián Piñera desde que regresó a
la Presidencia en 2018 y el segundo desde que la emergencia sanitaria del
Covid-19 llegó al país austral.
Las
nuevas modificaciones estuvieron marcadas por uno de los más grandes golpes
políticos para el Gobierno en el Congreso: la aprobación de la
reforma constitucional que permite a los ciudadanos retirar el 10% de sus
ahorros en pensiones para paliar las consecuencias económicas de la
pandemia.
Piñera,
un fuerte opositor de la medida, promulgó la reforma en un intento por
evitar disparidades sociales, pero cuya aprobación dejó fricciones en su
equipo.
La
segunda reorganización en nueve meses de casi todo el círculo político interno
del presidente vio un giro hacia el llamado conservadurismo en las afiliaciones
políticas de los nuevos ministros, en las carteras de Asuntos Exteriores,
Defensa, Desarrollo Social, Presidencia y Comunicaciones.
"Pido
a este nuevo gabinete y a toda la coalición Chile Vamos que comience un nuevo
capítulo para nuestro Gobierno y para nuestro país, con un verdadero espíritu
constructivo, convicción, unidad, fe y esperanza", dijo Piñera en la
ceremonia de juramentación, este 28 de julio.
El
cambio también llega cuando el país se prepara para las votaciones sobre una
posible nueva Constitución, en el histórico plebiscito del próximo 25 de
octubre.
Los
críticos del mandatario lo acusan de recurrir a la derecha más radical de su
coalición para pronunciarse en contra de las probables modificaciones
constitucionales. "El presidente opta por un gabinete del
"rechazo", fortaleciendo a los sectores más duros del oficialismo,
quizás le permita acercar más las bancadas pero lo va a alejar más aún de
la ciudadanía", aseguró Álvaro Elizalde, presidente del Partido
Socialista de Chile.
Para
Raúl Soto, diputado del opositor Partido por la Democracia, el cambio de
gabinete "solo responde a las pugnas de los partidos de Chile Vamos (la
coalición de Gobierno), no a la búsqueda de una mayor sintonía con el
país".
El
Ministerio del Interior, el cambio más sonado
La
destitución más esperada, pero también más controvertida, es la de Gonzalo
Blumel, en el Ministerio del Interior, y que ahora asume el senador Víctor
Pérez, quien fue alcalde de Los Ángeles, en el centro de Chile, durante la
dictadura de Augusto Pinochet.
Pérez
es miembro del partido de extrema derecha Unión Demócrata Independiente,
UDI, y con la designación se convierte en el tercer ministro del Interior,
desde octubre.
Pese
a la cercanía con el mandatario, Blumel sale del cargo tras ser
responsabilizado de no haber impedido que varios de sus parlamentarios apoyaran
con sus votos decisivos la iniciativa, impulsada por la oposición de
centroizquierda.
Para
gran parte del oficialismo, esta situación demostró la debilidad del comité
encabezado por Blumel para evitar la fuga de diputados y senadores que
respaldaron la votación.
Esa
aprobación causó fricciones dentro de la coalición de Gobierno, integrada por
cuatro partidos de centro-derecha y derecha. Fue considerada una derrota
política para el mandatario, pues en reiteradas ocasiones mostró su rechazo
hacia la medida. Sin embargo, una vez aprobada, Piñera dijo que no lo veía como
un "fracaso".
Entre
tanto, en el Ministerio de Asuntos Exteriores, el excanciller Teodoro Rivera es
reemplazado por Andrés Allamand, del Partido Renovación Nacional, RN, fundado
por Piñera. En el Ministerio de Defensa, sale Alberto Espina, para ser
sustituido por Mario Desbordes, presidente de RN.
Estos
cambios en el Gobierno chileno se producen en medio de la segunda mayor crisis
que afronta el Ejecutivo: la pandemia del Covid-19, después del estallido
social en octubre de 2019. En ese momento la dura respuesta de las fuerzas de
seguridad a las mayores protestas desde el fin de la dictadura de Augusto
Pinochet, en 1990, declinó la popularidad de Piñera a niveles históricos de
hasta el 6%.
Desde
entonces ha subido levemente. Según una reciente encuesta, el mandatario
cuenta ahora con un 12% de aprobación, el peor índice desde la llegada del
virus a la nación.
Fuentes:
AP, Reuters y EFE