El compromiso se llevó a cabo en el estadio Maracaná, ubicado en
la ciudad de Río de Janeiro. El italiano Nicola Rizzoli dirigió el encuentro,
acompañado por sus asistentes Renato Faverani y Andrea Stefani.
Alemania, gracias a un gol de Mario Götze en el segundo
tiempo de la prórroga derrotó a Argentina en la final del Mundial y se coronó
campeón del mundo en el mítico Maracaná, donde se convirtió en el primer equipo
europeo que alza la Copa del Mundo en suelo sudamericano.
En una final muy pobre de juego, decidió Götze, un
titular caído en desgracia que necesitaba reivindicarse y que con su tanto dejó
a un desdibujado Lionel Messi sin el título que ansiaba pero que, por su juego
en el partido decisivo, no mereció.
La corona mundial festeja, además, la propuesta de
Joachim Löw. Una idea a la que lleva ocho años amarrada Alemania. A Löw le
gusta que su equipo controle el juego y disponga de la pelota a su antojo, por
más que sepa que el rival se encuentra cómodo defendiendo o se esconda
demasiado. Ni los contratiempos le hacen cambiar.
Y Joachim Löw los tuvo pronto en la final. O
mejor, justo antes de ésta, porque Sami Khedira, uno de los mejores ante
Brasil, se lesionó en el calentamiento. La baja del madridista la suplió
Christoph Kramer y, a éste, poco más de media hora después, André Schurrle.
Kramer, conmocionado desde los primeros minutos
cuando Ezequiel Garay le dio un golpe en la cabeza con el hombro, vagó sin
rumbo hasta que desorientado pidió la sustitución, justo después de que el
árbitro anulase un gol a Gonzalo Higuain por fuera de juego.
Aunque Messi ya no es el jugador omnipresente que
reclamaba cada acción ofensiva de su equipo, y cada vez distancia más sus
apariciones, la Albiceleste sigue confiando en que una acción suya sea la
definitiva.
Pero el barcelonista no ofreció más que destellos
en el primer tiempo. Una internada tras superar en velocidad a Höwedes, a los 8
minutos, una apertura a la banda que Ezequiel Lavezzi convirtió en el pase de
gol anulado a Higuaín u otra carrera hacia el punto de penalti, entre tres
alemanes.
Argentina, a la que no le importó aglomerar
jugadores junto a su área a la espera de su estrella, tuvo la mejor ocasión,
sin embargo, por un garrafal error de Toni Kroos a los 21 minutos, un pase de
cabeza hacia atrás que se encontró Higuaín mientras regresaba a su campo. Un
regalo que no se puede desperdiciar en una final de un Mundial y que el
delantero del Nápoles echó fuera, solo ante Manuel Neuer (m.21).
La mayor virtud del equipo de Alejandro Sabella,
en cualquier caso, fue saber desactivar el juego alemán.
La Albiceleste estuvo cómoda con el dominio rival
en toda la primera mitad, hasta la entrada en el campo de André Schurrle, que
centró la posición de Özil.
Entonces, sí que convirtió Alemania en ocasiones
sus ataques. Schurrle exigió por primera vez a Mariano Romero en el minuto 37,
Kroos disparó flojo a las manos del meta argentino, siete minutos después, y
Benedickt Höwedes remató de cabeza un saque de esquina al palo, justo antes del
descanso.
Con el "Kun" Agüero en lugar de Lavezzi
desde el comienzo del segundo tiempo, Sabella rebajó su centro del campo a
cambio de tener más presencia en el ataque y Messi tuvo la primera ocasión nada
más comenzar, pero cruzó demasiado su disparo.
Tuvo algo más el balón Argentina, se diluyó un
poco el juego alemán y la final, el título mundial, quedó a merced de un único
acierto. Pudo ser un disparo de Kroos al borde del área, que se fue fuera, otro
de Götze, demasiado flojo en el 91+ o uno claro de Schurrle, que desactivó
Romero nada más comenzar la prórroga.
Argentina también tuvo su gran oportunidad en el
alargue. Un balón controlado con el pecho por Rodrigo Palacio que el delantero
elevó desviado, asustado ante la salida de Neuer (m.97).
Y, al final, decidió Mario Gotze. El
centrocampista del Bayern que desapareció del equipo titular en la primera
fase, se reivindicó con un gran gol, tras un pase de Schurrle.
Amortiguó el balón con el pecho y, sin dejarlo caer, lo cruzó ante
Romero.
Fuente: Agencia EFE