Roberto Fantuzzi
Presidente de la Asociación de Exportadores de Manufacturas
(ASEXMA)
Estamos frente al mayor desafío
país de las últimas décadas: alcanzar un nivel de competitividad acorde al
entorno mundial. Para lograrlo se requiere invertir en tecnología y capital
humano, factores que van de la mano para conseguir resultados.
En este caso particular, y para
un mejor análisis, es conveniente aislar la variable capital humano concentrándola
en el trabajador, su educación y futura capacitación.
Para ello, el Gobierno ha
enviado distintos proyectos sobre estas materias. El más reciente es el
denominado “Nuevo Sence”, que de “nuevo” tiene muy poco.
Sobre lo anterior debo plantear
algunas reflexiones, concentrado principalmente en los problemas, con el objeto
de generar una discusión constructiva.
Se contempla que las empresas
deben contribuir en un copago de un 20% para financiar la capacitación de sus
empleados. Esto tendrá un efecto negativo, estimando el mismo proyecto que se
producirá una baja en la capacitación de un 24%. Esto se contradice con el
enunciado de la iniciativa legal que señala que “queremos ser parte de esta nueva
4º revolución y aumentar la capacitación”.
Establecer este copago,
significa aumentar costos del trabajo. Algunos, incluso lo han definido como un
nuevo impuesto que producirá mucho más daño que los beneficios.
El ministro del Trabajo ha
realizado una serie de críticas acerca de la efectividad del actual sistema de
capacitación, enfocándose en sus defectos o irregularidades. Efectivamente,
todo se puede corregir, pero en mi opinión el actual proyecto lo empeora,
cuando a lo que se debe apuntar es a corregirlo y generar condiciones para que
aumente su efectividad y cobertura.
Cabe destacar que, de acuerdo a
cifras oficiales, la tasa de capacitación por empresas disminuyó el año pasado.
Sólo el 1,6% de las empresas del país capacitan, concentrándose casi el 100% en
grandes empresas. Con el copago se aleja la posibilidad para que las MiPymes
capaciten.
Las críticas del ministro a un
supuesto mal funcionamiento del sistema, no se condicen con el hecho de que el
60% de los capacitados, obtiene un aumento de remuneración dentro de los seis
meses siguientes a su capacitación, según cifras obtenidas del propio SENCE.
Otro punto a tener en cuenta en
este debate es que la capacitación es para la reconversión del trabajador y la
educación es para su formación. Como existe un déficit de la calidad de la
educación, las empresas la deben corregir con capacitación. Esto es lo que
tiene que tener claro el ministro, porque pareciera que está un poco
confundido.
Adicionalmente, el actual
funcionamiento del sistema implica que las empresas aportan un financiamiento
relevante. Me explico: si capacito y pago en enero, esto será recuperado por la
empresa en abril del próximo año, es decir, a 17 meses. Si lo analizamos en
profundidad el promedio es de 11 meses. Por favor, señor ministro, cuando se
refiera al financiamiento contemple ello, porque sus opiniones distorsionan la
realidad que hoy existe.
La tramitación de este proyecto
de ley es trascendental para la productividad y competitividad futura de
nuestro país. En un estudio encargado por ABB, a The Economist Intelligence Unit,
se destaca el atraso que han tenido los países latinoamericanos en la
capacitación digital, factor clave para abordar la automatización e
inteligencia artificial. Chile no aparece siquiera en el Índice de Preparación
para la Automatización elaborado en ese informe, a diferencia de países vecinos
como Argentina, México y Colombia. Es por ello que las medidas urgen.
Hacemos un llamado al diálogo
público-privado, para llegar a un acuerdo sin descalificaciones previas. Necesitamos
abordar este tema a la brevedad para enfrentar adecuadamente la 4º Revolución
en Tecnología Digital.