Chile tiene un
estado de catástrofe declarado desde el 19 de marzo, toque de queda nocturno y
cuarentena total en ocho comunas, siete en su capital, Santiago. Sin embargo,
para los sectores vulnerables del país estas medidas no son aplicables; son
obligados a trabajar para subsistir.
"Salgo a trabajar porque no tengo otra
posibilidad. Los que salen a trabajar es por una obligación, o porque no tienen
otra alternativa, nosotros que somos clase obrera estamos condenados a
trabajar, y a exponernos a que nos infectemos", señala a Sputnik José C.,
comerciante ambulante de Santiago Centro.
Desde que se
decretó el estado de catástrofe y el toque de queda en el país
sudamericano, las recomendaciones de las autoridades sanitarias —además
del lavado profundo y continuo de las manos, el uso de mascarillas y
evitar el saludo de contacto—, han sido reforzar el necesario distanciamiento
social y eludir las aglomeraciones.
Dos consejos que
desde que se inició la Fase 4 para los pobres y asalariados de las
ciudades son casi imposibles de cumplir, porque la gran mayoría vive de un
salario mínimo o son pequeños comerciantes que deben trabajar para poder comer
y pagar los gastos básicos del mes, o están haciendo largas colas para cobrar
sus seguros de cesantía, producto de los despidos de la crisis del coronavirus.
"Este es un
negocio familiar que es de mi padre y yo le trabajo a él. Todo está invertido
en este negocio. Yo trabajo sin contrato y si no trabajo no gano nada",
relata a Sputnik Ignacio Valdivia, pequeño comerciante de Estación central.
"No nos queda
otra porque clase media o más pobres no es como los ricos; los ricos se pueden
quedar en su casa con su piscina, con su gente, con su despensa llena de
mercadería. Nosotros dependemos del día a día, y mucha gente que nos compra a
nosotros igual, dependen del día a día. Porque en sus casas tienen para cocinar
hoy día, mañana en la mañana y en resto del día no tiene", puntualiza a
Sputnik Boris Saavedra, vendedor del barrio Meiggs de Santiago.
Trabajar o trabajar
Al transitar por
las calles del centro de Santiago no deja de llamar la atención que los
pequeños y medianos comercios siguen abiertos, y que sus dependientes no dudan
en continuar laborando, al no contar con ninguna ayuda estatal o privada en
tiempos de crisis sanitaria.
"Yo soy una
pyme (empresa pequeña o mediana), un microempresario, como dice nuestro
presidente: 'Ayudemos a las pymes y a los microempresarios que son el 70 % de
la masa trabajadora'. Yo te digo que he echado a tres personas que trabajaban
conmigo, pero la ayuda del Estado no ha llegado", denuncia a Sputnik Jaime
Araya, microempresario de Estación central.
Seguir las medidas
de aislamiento, incluso en las comunas con cuarentena total, resulta
imposible para los trabajadores, muchos que hoy están haciendo filas para
conseguir permisos para que trasladarse a sus labores, y evitar con ello que les descuenten los días no trabajados.
La Dirección del
Trabajo de Chile dictaminó que frente a la emergencia sanitaria se configura
una "fuerza mayor" en la relación laboral, lo que exonera a las
partes de sus obligaciones recíprocas, es decir, al trabajador a prestar el
servicio y al empleador pagar la remuneración.
Aclara que, si un
trabajador queda en las zonas de cuarentena obligatoria, dentro del cordón
sanitario o bajo toque de queda, no recibirá el sueldo por los días de
inasistencia involuntaria, sentenciando
con este dictamen a los más pobres a seguir exponiéndose a un
posible contagio.
Fuente: Sputnik