Jair Mesías Bolsonaro, elegido hoy como
nuevo presidente de Brasil tras vencer al socialista Fernando Haddad en una
disputada segunda vuelta, es un diputado ultraderechista y capitán de la
reserva del Ejército que se ha caracterizado por sus declaraciones ofensivas,
polémicas y conservadoras.
Bajo su lema “Brasil por encima de
todo. Dios encima de todos”, Bolsonaro, que no esconde su añoranza por la
dictadura militar (1964-1985), asumirá el 1 de enero como jefe de Estado de los
brasileños, que en unas polarizadas elecciones, se ha decantado por la extrema
derecha y encumbrando en el poder a un militar.
Tras ser el más votado en la primera
vuelta, el ultraderechista obtuvo este domingo cerca del 55,54 % de los votos,
frente al 44,46 % de Haddad, el sucesor del encarcelado expresidente Luiz
Inácio Lula da Silva como candidato del Partido de los Trabajadores (PT).
La ascensión al poder del
ultraderechista, natural de Campinas, en el estado de Sao Paulo, se alimentó de
la decepción y fobia de muchos brasileños hacia el PT, la formación de Haddad,
que gobernó Brasil entre 2003 y 2016 y que muchos señalan como responsable de
la corrupción que arruinó al país.
El apodado de Donald Trump brasileño,
de quien se confiesa admirador, acumula un extenso historial de declaraciones
de tinte machista, racista, homofóbico y xenófobo, por las que se ha granjeado
un fuerte rechazo en parte de la sociedad brasileña y de la comunidad
internacional.
El polémico diputado, considerado por
muchos como una amenaza para la democracia, ha sido objeto de numerosas
controversias por sus polémicas posiciones y declaraciones incendiarias.
“Sería incapaz de amar un hijo
homosexual. Prefiero que un hijo mío muera en un accidente a que aparezca con
un bigotudo por ahí. Para mí, estaría muerto de cualquier forma”, afirmó en
2011.
También sus palabras hacia las mujeres
levantaron ampollas cuando en 2014 le dijo a una diputada que no la violaría
porque no “lo merecía”, o cuando manifestó que “no emplearía a hombres y
mujeres con el mismo salario, a pesar de que hay mucha mujer competente”,
porque ellas con el permiso de maternidad ya gozan de un derecho laboral que
los hombres no.
El capitán en la reserva se graduó a
los 22 años en la Academia Militar das Agulhas Negras en Río de Janeiro, una
prestigiosa escuela de oficiales del Ejército y a la estuvo vinculada 10 años
en tiempo del régimen militar, del que en 1999 dijo que su mayor error “fue haber
torturado y no matado”.
A pesar de ser un orgulloso militar que
enarbola los valores de la sociedad más tradicional, Bolsonaro apenas estuvo
una década en el Ejército ya que en 1986 lideró unas protestas y escribió unos
artículos contra el bajo salario de los militares, que le rindieron dos
procesos disciplinarios y 15 días en prisión.
Debido a estos incidentes pasó a la
reserva en 1988, año en el que inició su andadura política, una carrera que ha
transitado entre el Legislativo regional de Río y la Cámara de Diputados de
Brasil.
Su férrea defensa de la “familia
tradicional” no le ha impedido casarse tres veces, la última en 2013 con su
actual, mujer Michelle Bolsonaro, con quien tiene una hija.
De sus dos matrimonios anteriores el
presidente electo de Brasil tiene 4 varones, de los cuales los 3 mayores,
Carlos, Flávio y Eduardo, fruto de su primer matrimonio, han seguido su
trayectoria política. Flavio fue elegido este mes senador y Eduardo diputado.
La campaña electoral de Bolsonaro fue
totalmente atípica, con poca exposición a medios de comunicación y muy centrada
en redes sociales, una herramienta de la que se valió prioritariamente después
del atentado que sufrió el 6 de septiembre, cuando recibió una puñalada en un
mitin por la que estuvo tres semanas hospitalizado.
El abanderado del Partido Social
Liberal (PSL), que opina que las minorías se deben doblegar a la mayoría, ha
reconocido en varias ocasiones su limitado conocimiento económico, una materia
en la que deposita su entera confianza en Paulo Guedes, un economista brasileño
vinculado a la liberalista Escuela de Chicago.
De este modo, los ejes de actuación
económicos de Bolsonaro se centrarán en la reducción del tamaño del Estado,
privatizando empresas estatales y reduciendo el número de ministerios.
Las armas y su uso liberado en la
población es una seña de identidad del próximo presidente, que promete “mano
dura” contra la delincuencia y defiende una política más agresiva en la lucha
contra el crimen.
Con este discurso encontró un filón de
votos, entre aquellos más temerosos y deseosos de acabar con la escalada de
violencia, y ha fragmentado a una sociedad brasileña con dos visiones opuestas
de su nuevo líder: el fascista que acabará con su democracia o el salvador de
una nación en llamas.
Fuente: EFE