Decir que Chile es un país sísmico, no es ninguna novedad,
pero dimensionar las consecuencias que puede traer un terremoto en esta larga y
angosta franja de tierra, ubicada en el temible Cinturón de Fuego del Pacífico,
se vuelve crucial. Por este motivo es que Felipe Leyton, directivo de la
Asociación Chilena de Sismología e Ingeniería Antisísmica analiza los hechos
más recientes a nivel mundial y entregan una serie de importantes consejos para
tener en cuenta ante terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas.
Este último año hemos tenido varios ejemplos de catástrofes
mundiales ligadas a movimientos telúricos, las más recientes corresponden a
Haití e Indonesia. Siendo este último país el más afectado en lo que va del
2018, debido a que el 28 de septiembre sufrió un terremoto de magnitud 7,5 y
posterior tsunami en la isla de Célebes con olas de tres metros, que dejaron un
saldo cercano a las dos mil víctimas y más de cinco mil desaparecidos, además
producto del fuerte movimiento telúrico el Volcán Sopután entró en erupción, lo
que agrega un nuevo riesgo a los sobrevivientes.
Impactantes casos a los que se suman la entrada en erupción del
Volcán Kilauea en Hawai, el pasado 3 de mayo tras varios días de registrarse
terremotos de magnitud 5 en la zona o el seísmo ocurrido el 3 de septiembre en
Japón, que tuvo una magnitud de 6,7, país que recién se recuperaba del paso del tifón Jebi, el más poderoso en
llegar a la isla en 25 años.
El Ingeniero Civil con mención Geofísica se refirió también a
la existencia de una relación entre los diferentes terremotos ocurridos
recientemente en Hawai, Haití, Japón e Indonesia, aclarando que “en términos de
ocurrencia, hasta el momento se descarta completamente, ya que sólo es posible
analizar las similitudes o diferencias en cuanto a la interacción de las placas
tectónicas involucradas”.
En esta misma línea al ser consultado por la posibilidad de
un Megaterremoto o efecto dominó en el corto plazo recalcó “los megaterremotos
se asocian a zonas de subducción las cuales, como vimos, son muy frecuentes en
todo el borde del Pacífico. Con el conocimiento actual, no es posible estimar
con buena precisión la probabilidad de ocurrencia de un terremoto”.
Chile: país de terremotos
Si bien nuestro país se encuentra a miles de kilómetros de
las naciones afectadas, durante varios siglos ha sido protagonista de
diferentes catástrofes naturales relacionadas a los terremotos, como son los
casos de Valdivia en 1960 con una magnitud de 9,6 y el ocurrido frente a las
costas de la actual región de Ñuble, en el año 2010 que alcanzó los 8,8.
Dos eventos que sin duda han marcado nuestra historia,
estableciendo una norma sísmica en el diseño y construcción de estructuras, pero
que han demostrado la escasa educación y cultura sísmica que existe de manera
transversal en la población nacional.
El también Jefe de Innovación y Transferencia Tecnológica del
Centro Sismológico Nacional explica los riesgos que existen al vivir en un país
dentro del Cinturón de Fuego del Pacífico “gran parte del borde del Océano
Pacífico se encuentra sobre el contacto entre placas tectónicas, lugares donde
se producen los terremotos. Es más, muchos de estos contactos tectónicos son de
carácter subductivo: es decir, una placa subduce o se hunde bajo otra. Este
tipo de contactos se caracteriza por ser capaz de generar una gran cantidad de
sismos; aún más, ellos pueden alcanzar grandes magnitudes (sobre 8.5). A este
aspecto de alta sismicidad viene asociado otro efecto producto de la
subducción: el volcanismo”.
Datos que explican que nuestro país sea calificado como país
sísmico “Chile, desde Arica a la Península de Taitao, se encuentra sobre el
contacto subductivo de las placas de Nazca y Sudamericana, lo que como expliqué
anteriormente produce una alta sismicidad, que finalmente pueden desencadenar
terremotos, tsunamis y activar alguno de los 2.900 volcanes repartidos en todo
el territorio nacional”.
Esta realidad ha provocado una fuerte inversión en cuanto a
tecnología en monitoreo sísmico, con la instalación de una red de más de 100
estaciones que permiten monitorear la actividad sísmica en tiempo real,
midiendo el movimiento del suelo en aceleración, velocidad y desplazamiento.
Finalmente que permite caracterizar los sismos de manera rápida y precisa,
aportanto datos a la comunidad Ingenieril para mejorar la normativa vigente, la
estimación del peligro sísmico y el diseño de estructuras sismoresistentes.