La
Democracia Cristiana, soporte del sistema de partidos construido en Chile tras
la dictadura, ha consumado esta semana su distanciamiento de la coalición de Gobierno,
transformando así el mapa político y agrandando la incógnita sobre el futuro
escenario electoral.
La
senadora y presidenta del partido, Carolina Goic, inscribió este jueves su
candidatura a la Presidencia de la República tras rechazar su participación en
las elecciones primarias de la Nueva Mayoría, la alianza de centro izquierda de
la que forma parte.
Esta
decisión, adoptada días atrás por el consejo nacional del partido, supuso un
jarro de agua fría para las expectativas electorales de los demás partidos de
la coalición que respalda al Gobierno de Michelle Bachelet, que confiaban en
acudir unidos a los comicios de noviembre.
De este
modo, el senador independiente Alejandro Guillier -proclamado candidato por
radicales, socialdemócratas, socialistas y comunistas- se enfrentará el próximo
19 de noviembre a Carolina Goic y a los aspirantes de la derechista Vamos Chile
y del Frente Amplio, una emergente fuerza de izquierda que algunos analistas
comparan con la española Podemos.
Por
primera vez en Chile desde 1990, los partidos de centro e izquierda se
presentarán a las elecciones presidenciales con dos candidaturas por separado.
Y si
tampoco se ponen de acuerdo en las listas parlamentarias, como se desprende de
las declaraciones de sus dirigentes, puede producirse una atomización del voto
que mermará su representación en el Congreso.
La
Democracia Cristiana fue una de las fuerzas que impulsó la formación en 2013 de
la Nueva Mayoría, coalición surgida a su vez de la Concertación de Partidos por
la Democracia.
La
incorporación de los comunistas a esta alianza, creada para apoyar la segunda
candidatura presidencial de Michelle Bachelet, y la puesta en marcha de un
ambicioso programa de reformas políticas y económicas fueron distanciando poco
a poco al partido más moderado de la coalición.
Atrás
quedaron los tiempos en los que la DC imponía su fortaleza para escoger a
candidatos que luego se convertirían en presidentes: Patricio Aylwin
(1990-1994) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000).
Las recriminaciones
a la Administración de Michelle Bachelet, a la que muchos en la DC atribuyen un
diagnóstico equivocado de la situación del país y un mal diseño de las
políticas públicas, han puesto en jaque la situación del partido dentro de la
Nueva Mayoría, a la que Carolina Goic reprocha su "ideologismo de
café".
En
noviembre del pasado año, la presidenta de la Democracia Cristina anunció
oficialmente que su partido suspendía los contactos institucionales con el
Gobierno por lo que consideraban una falta de coordinación política.
El
Gobierno ha optado por quitar hierro al asunto. Para el Ejecutivo, se trata de
críticas normales, propias de un año electoral, no de una deslealtad. Pero aun
así, el Ejecutivo ha precisado que el debate debe hacerse con fundamento en la
realidad, evitando las caricaturas.
La
supuesta desafección del electorado democristiano con algunas de las reformas
impulsadas por la presidenta Bachelet hace pensar a la derecha que por fin ha
llegado la oportunidad de desmembrar la coalición de centro izquierda que
gobierna en Chile desde 1990 (salvo los cuatro años de la presidencia de
Sebastián Piñera).
Ésta no
es la primera vez que los conservadores intentan atraerse el favor del sector
más moderado de la coalición oficialista. Ya lo intentó Renovación Nacional en
2013, cuando firmó un fallido pacto con la DC para impulsar conjuntamente una
reforma electoral.
La
dirección del partido descarta una eventual alianza con la derecha, con la que
asegura mantener diferencias tanto en materia de programas como en el estilo de
hacer política.
"Es
como cuando piropeas a una chica que nunca te va a mirar", respondió días
atrás Carolina Goic a los guiños políticos del expresidente Sebastián Piñera,
quien aspira a ser reelegido.
Pero el
desenlace de los comicios presidenciales y parlamentarios de este año es una
incógnita, y el comportamiento del electorado tradicional de la DC en una
eventual segunda vuelta a día de hoy resulta indescifrable.
El hecho
de que ninguno de los candidatos cuente con más de un 25 % de apoyo y que un 30
% no manifieste preferencia por ninguno de ellos no hace sino aumentar esta
incertidumbre.
Fuente:
EFE