La actividad comenzó con un encuentro
en paseo Ahumada con calle Moneda, donde todos los artistas, acompañados de su
Capellán Marcio Toniazzo, caminaron hacia la Catedral Metropolitana, donde
fueron recibidos por el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati. “El
circo aporta, tiene la tarea de llenar el corazón de la gente de alegría,
simpatía, de confianza y realmente lo que ustedes hacen es un aporte que
debemos destacar por todo el valor humanizador que tiene. Ustedes pintan el
gris de la vida cotidiana. Gracias y bienvenidos”, dijo el obispo.
Agustín Maluenda, “Pastelito”, del
circo “Pastelito y Tachuela chico” señaló: “Estamos muy contentos de tener un
representante de la Iglesia de manera tan seria y eso habla muy bien. Nos ayuda
a que tomemos a Dios de manera seria, porque no todo tiene que ser payasada.
Necesitamos momentos espirituales como hijos de Dios para poder sacar adelante
nuestra profesión que es muy difícil. Estamos ligados al riesgo, al peligro, a
los viajes, a las rutas. Yo creo que sin Dios en el corazón no sería lo mismo.
Debemos tener a Dios para que nos cuide y proteja y que guíe a esta
familia”.
Por su parte, el padre Marcio
Toniazzo, Director del Departamento de Movilidad Humana y capellán circense del
Arzobispado de Santiago, manifestó: “Los circenses son muy creyentes en Dios.
Nosotros como Iglesia solo acompañamos y de verdad, que la acogida con que te
reciben los circos es una bendición. La coherencia de ellos fuera de la pista
es la misma coherencia cuando están dentro de ella. Son personas generosas que
siempre nombran a Dios y ayudan a muchas personas, cosas que no son dichas en
la pista y son hechas de corazón. Como Iglesia es un desafío estar junto a
ellos, tal como lo pide nuestro Arzobispo de Santiago, y recibir esa riqueza
tan grande de la familia circense tan creyente en Dios. Como sacerdote,
agradezco y tengo la experiencia de fe de la acogida que recibo en el circo día
a día”.