Poblado
se llenó de miles de fieles que llegaron a reflexionar en Semana Santa. Más de
tres mil velas se encendieron en estoica procesión por las calles de la
localidad.
Reflexión y sacrificio. Esas son las acciones que se
conjugan en el pueblo de La Tirana cada Viernes Santo hace ya 15 años en la
ceremonia del “Santo Entierro”, en el que se desciende la imagen de Jesús crucificado, para salir en
procesión con él y luego darle una cristiana sepultura, a la espera de su
resurrección.
La ceremonia comenzó a las 23.00 horas, en una
iglesia en penumbras, alumbrada tan solo
por unas velas colocadas al comienzo del altar, además de algunos cirios que
los feligreses afirmaban entre sus manos, a la espera de la llegada de las
encargadas de limpiar el cuerpo de Jesucristo y los cargadores que lo
llevarían.
Así, media hora más tarde, 32 hombres y mujeres con
túnicas púrpura (el color de la penitencia y el duelo en el catolicismo)
entraron al Santuario, donde estaba tendido el cuerpo del hijo de Dios. A
oscuras, ellos prepararon las andas y se abrieron paso para efectuar la
procesión, seguido de los miles de fieles que llegaron hasta el poblado. Todos
en completo silencio.
Alicia Vera hace 10 años que es cargadora del
Cristo, por una petición especial que tiene. “Yo vengo por una nieta, para ver
si Dios le prende una lucecita en su cabeza y pudiera hacer una vida más común,
pero también lo hago por mi familia, cuando alguien está mal y se ve, de
verdad, una mejora”.
Vera explicó que hacer este sacrificio es muy
grande, ya que cuando se camina se va sintiendo cada vez más el peso de la
estructura y la imagen. “Cuando pasa eso, yo comienzo a rezar y pedir que se
haga más liviano. En ese momento una tiene su encuentro con Dios y todo pasa
muy rápido”
Yoan Welsch, caporal mayor de la Asociación de
bailes José María Caro, por primera vez será cargador del Cristo Muerto y quiso
hacerlo, ya que como cristiano esto es algo que le invita a reflexionar y
“quiero sentir, probar lo que es este recogimiento. Hace muchos años que no
venía a pasar una Semana Santa en el Santuario y este es un reencuentro con lo
que será esta festividad”.
Procesión
Tras preparar las andas, comenzó la procesión, desde
la salida del Santuario de la Virgen del Carmen, pasando por calle 16 de Julio,
Circunvalación, General Ibáñez y de vuelta a la explanada, en donde cerca de 4
mil personas seguían en silencio el cortejo fúnebre, acompañados con la luz de
las velas, en un pueblo donde se apagó el alumbrado público para dar más
solemnidad.
Este andar es presidido hace 10 años por Cristian
Flores, quien carga la cruz de Jesús, labor a la que llegó casi de casualidad,
pero que continuó como una forma de penitencia. “Fui invitado a la ceremonia
del lavado de pies primero y me quedé. Luego me preguntaron si quería ser uno
de los cargadores y accedí, pero justo ese día, quien debía llevar la cruz
estaba enfermo y me preguntaron si quería hacerlo yo dije que sí”.
Cristian reconoce que el recorrido, que realiza sin
zapatos, cansa, pero siempre se sacan las fuerzas de la flaqueza. “Uno va en
oración y luego el cuerpo se va haciendo más liviano. El recorrido siempre lo
hago descalzo y es increíble, cuando llego al Santuario los pies me llegan
limpios y eso es inexplicable, porque primero uno comienza con un piso suave,
con una cruz que no te pesa tanto, pero luego la huella tiene piedras, barro,
la cruz se hace pesada y cuando estás llegando otra vez al santuario, todo está
liviano otra vez”, dijo.
Para el sacerdote Francisco Becerra Robles, esta fue
una experiencia muy grata de realizar. “Llevo un año en la región y esta es la
primera vez que veo el entierro de esta forma. La verdad es muy bonito ver la
devoción de las personas y cómo éstas viven la fe. La verdad es algo
impresionante, por la cantidad de personas que llegan y realizan el trayecto
junto a nosotros, hasta el final”.
El cuerpo de Cristo llegó a las 01.30 horas hasta la
iglesia, junto con el séquito de feligreses que guardó silencio en todo el
trayecto por el poblado.